Un encuentro entre la necesidad y la genialidad… ¿o solo suerte?
Hay momentos en los que la vida parece más una película que una rutina. Este no es uno de ellos… ¡es mejor! Porque lo que vas a leer no es una historia cualquiera, sino una joya sacada del baúl del humor cubano, ese que mezcla ingenio, labia y un poquitico de locura.
Un tipo común, o quizás no tanto —recién aterrizado en tierra ajena con más sueños que dólares—, se metió en un centro comercial gringo decidido a cambiar su destino. ¿Documentos? No. ¿Inglés fluido? ¡Qué va! ¿Ganas de vender hasta un cubo roto? ¡A full!
El primer choque: “Compadre, yo soy un caballo”
Aquella tarde olía a esperanza mojada —sí, como ese olor a lluvia que trae recuerdos de patio y infancia—. El cubano, sin filtro ni miedo, le suelta al dueño del mall:
—Asere, yo en Cuba vendía de todo. Bolsas negras, cloro, pan de a peso... ¡Lo que sea! Déjame probarte que soy el mejor.
El gerente, que parecía más seco que arroz sin sal, se le quedó mirando como quien ve a un Tamagotchi encendido en 2025. —Aquí no es tan simple, my friend. Sin papeles, sin comisiones, sin idioma... esto es complicado.
Pero hay miradas que venden más que palabras. Y este tipo las tenía.
¿Resultado? Un trato a lo cowboy moderno: “Mañana vienes. Si vendes, hablamos.” Ya tú sabes… prueba de fuego o adiós muy buenas.
Día D: Un torbellino llamado Cubanito
Al otro día, apareció puntualísimo. Ropa planchadita, pelo en su punto. Energía tipo “modo super saiyajin nivel vendedor”. ¿Exagero? Quizás. ¿Mentira? Ni por asomo.
Lo soltaron en el pasillo del mall. Media hora después, ya estaba saludando a medio mundo con una mezcla entre Spanglish y señas tipo mimo con dengue. Y entonces ocurrió el milagro. Bueno, casi.
Uno entra preguntando por un televisor. El cubano lo mira y empieza a hablar de garantías, extensiones, consolas, cables... ¡hasta seguro contra caídas! En resumen, donde uno iba a gastar 200 dólares, el cubano le vendió una experiencia de 300.000 dólares. Flipante, ¿no?
“Esto me recuerda a un primo mío en La Lisa, que vendía CD vírgenes como si fueran originales... bueno, da igual.”
¿Magia? No. Psicología de calle.
Ese día, al regresar el dueño, le preguntó a un empleado:
—¿Dónde está el cubano?
—¿El qué hizo las ventas? ¡En la cafetería! Se pidió un batido como si hubiera ganado la lotería.
Y en parte... la ganó.
Este tipo no solo vendió productos: vendió confianza, risas, y nostalgia. Como si cada cliente fuese su tía de Marianao buscando rebaja en el agro.
¿Genial? Más bien… insólito.
Todo esto lo verás en el video. Pero cuidado: te puede dar un ataque de risa o una epifanía existencial. ¿Quién diría que el humor cubano podía ser un arma de ventas masiva?
Lecciones sin manual (ni licencia de trabajo)
El poder de la labia (y otras técnicas infalibles)
Confianza sin lógica: Nada como decir “yo puedo” mientras ni tú te lo crees… y aun así, lograrlo.
Lectura emocional: Hablarle al cliente como si fuera tu compadre. Funciona. Mucho.
Improvisación pura: No tenía speech. Tenía calle. Y calle = ventas.
Una historia viral con alma y sabor cubano
Lo más sabroso de esta historia no es el dinero. Es el estilo. Esa mezcla de carisma, desesperación y comedia involuntaria que solo el cubano promedio, con su humor cubano tatuado en el ADN, sabe usar como superpoder.
¡Uf! Lo ves y no lo crees. ¿Exagerado? Puede. ¿Inspirador? También.
¿Te lo vas a perder?
Este video no es solo contenido. Es vitamina para el alma. Es ese empujoncito que necesitas cuando crees que todo está perdido. Y si encima te ríes, pues mira... doble ganancia.
Haz clic y descubre cómo este cubanito convirtió un día cualquiera en una hazaña de película.
¿Te gustó esta historia? ¿Tú también conoces algún vendedor que convierte el agua en vino? ¡Cuéntanoslo en los comentarios! Y si quieres más historias con ese sabor tan nuestro, no olvides seguirnos. Porque el humor cubano no solo hace reír… también enseña.
MIRA ESTE OTRO CHISTE: Chiste de Pepito en el Banco: Una Lección de Humor y Astucia 💰😂
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